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La mayoría de las veces esperamos porque no podemos controlar lo que vendrá. Nuestra convicción acerca de lo que debemos tener resuelto para el dia siguiente no siempre implica que lo logremos. Pero en ocasiones esperamos porque la espera se ha convertido en un habito, una manera de dejar la vida en suspenso, una forma de protegernos contra el cambio y elegir el adormecimiento. Quizá nos acostumbremos a no comprometernos del todo, a no intentarlo, a no poner en riesgo nuestro corazon. Otras veces, la espera puede ser una bendición. Puede ser un respiro, una pausa que nos permite que la curación se realize a su propio ritmo, o que las cosas se tomen su tiempo, o que la naturaleza siga su curso. Puede ser un tiempo en que dejamos de intentar estar en control y, en cambio, nos liberamos de las demandas, expectativas y limitaciones. Hay momentos en que es tiempo de aprender a dejar de esperar. tenemos que vivir en el presente. Valorar el ahora.