14.12.09
Soledad. Demencia. Necesidad. Pero soy como un dios de dos caras que un día te necesita y al otro no quiere mostrar sus dientes a manera de sonrisa. En este momento estoy perdida, sin freno, perpleja, desorientada. Nos creíamos dueños absolutos de nuestras pasiones, capaz eso fue lo que lo hizo terminar, así. Me encuentro sin rival, me deshice de todos, los preciso, los requiero, los exijo. Sos algo menos que un hombre y poco más que un irracional. Estás disfrazado y jugás a ser lo que bien sabés que no sos. Qué bajo rebajarte a eso, rebajar tu mérito. Así que dale, alejate, no acertaste en la elección. Vacilaste mucho para ser el afortunado. Apenas te quedó el criterio suficiente para equivocarte. Hace un tiempo yo era dueña absoluta de mí misma, y ahora todo mi ser está agitado por el delirio. Este ejército de palabras insulta a la razón; tené cuidado con tu razón porque te exponés a perderla sin remedio. Mi intención de representarte hasta el fin como un hombre cruel se desmorona, se atomiza. Creía poder sobrevivir a la ruina. La clemencia debe ser espontánea, doblemente benéfica y mi corona tu emblema. Lo peor es que te quiero, un poquito, bastante.
