16.9.09


~ Sabíamos no decirnos nada, conservando en apariencia una amistad consolidada. Sabíamos no exigirnos mucho, hola, ¿qué hacés?, convidame un pucho, que me tenés abandonada. Vos con tu mochila a cuestas, yo con la excusa perfecta para charlar de pavadas. Nos hizo un guiño san telmo, un poco de humo en el medio, y enloquecieron las miradas. Un umbral perdido, y aquel bar medio vacío como único testigo. Brindamos por el olvido, y el espíritu del vinose fue haciendo nuestro amigo. Con el corazón en llanta, nada mejor que tu lengua, abrigando mi garganta.

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